Acuciosos lectores preguntan el por qué del título de este mensuario de cultura. Intuyen se trata de un trasvase de la celebrada nominación de la tercera novela de la saga La guerra silenciosa de Manuel Scorza. Otros, imaginan que es un homenaje a esa novela y un reconocimiento a su autor. A primera vista así parece. Mas, el propósito de esta elección va más allá. El jinete insomne, título de la novela Scorziana, siendo una frase feliz, cargada de energía metafórica y fuerza mítica, destinadas develar la injusta realidad social que sufría el campesinado de Pasco, encierra un significado profundo, de candente actualidad y tiene una elocuente y breve anécdota.
Bien sabemos que los títulos de algunas consagradas obras literarias son construcciones lingüísticas pletóricas de imaginación y sugerencia. Los procedimientos de su elaboración son variados, responden a motivaciones diversas y arriban a hallazgos felices. El poder simbólico de la nominación El jinete insomne, se origina en la etapa dedicada a la creación poética de Scorza. Por entonces no asomaba aún, en el escritor, la urgencia de escribir narrativa. Inquieta sus días y sus noches un fabuloso proyecto, escribir tres vastos poemas en tono épico y trasfondo histórico. Primero El cantar de Tupac Amaru homenaje al más importante intento revolucionario por sacudirnos del yugo colonial español, liderado por el héroe de Tungasuca; segundo El cantar de la guerra de los pelados, destinado a relievar la lucha por la recuperación de la tierra, dirigida por Emiliano Zapata, en la revolución mexicana de 1910; y tercero El cantar del jinete sin sueño, destinado a relievar la lucha por construir la integración y liberación continental sudamericana, protagonizada por Simón Bolívar. De estos tres proyectos solo se logró editar parte del primero. El último quedó flotando en su imaginación. Más tarde, una vez iniciada la creación de las novelas que tratan el movimiento campesino de la recuperación de las tierras cautivas por los hacendados de Pasco, luego de editar Redoble por Rancas y Garabanbo el invisible, insurge la indeclinable imagen de Don Raymundo Herrera, líder campesino, insobornable, cauteloso vigilante de los legítimos títulos de tierras de la comunidad campesina de Yanacocha, quien para lograr su cometido renuncia a dormir y se impone la epopeyica tarea de cabalgar innumerables noches y días, extensas distancias buscando el lugar seguro donde esconder el preciado título que garantiza la seguridad y justicia para su pueblo. Así la frase el jinete sin sueño, que ya dormía en el olvido, dado a que el cantar había perdido interés en ser concluido trocose en El jinete insomne. La cadente actualidad de este título consiste en reconocer a quienes han decidido cautelar los sagrados derechos de su pueblo. A quienes se imponen la misión de renunciar a dormir y están despiertos. A los que mantienen su consciencia alerta, vigilante y transitan por esta existencia con los ojos abiertos y el corazón insobornable.
Esta revista reivindica a Don Raymundo Herrera, a Manuel Scorza. A demás, sobre todo, a aquellas personas que han demostrado y demuestran con sus actitudes, la tarea de cautelar los valores históricos y culturales de nuestro pueblo que urge de una vida más equitativa, digna, a la altura de su enorme sacrificio.
La primera edición de El jinete insomne viene despertando interés. Diversas opiniones se levantan, expresan una voluntad cuestionadora, una renovada actitud de renuncia ante el conformismo. Estamos así en el umbral de un periodo creativo que debe orientarse en diversas direcciones y vivificar las distintas expresiones de cultura. Por ello dejamos nuestra gratitud y reconocimiento. La existencia de este mensuario depende de todos los espíritus despiertos. Entendamos con generosidad y autocrítica el sentido de este título en el proyecto personal y colectivo de nuestra vida.
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